El Ministerio de Defensa sólo tiene
oficialmente contabilizado un caso de deserción desde 1989. Se
trata del teniente de aviación Malcolm Kendall-Smith, condenado a
ocho meses de prisión por negarse a ir a Irak por considerar que
se trata de una guerra ilegal. El Gobierno sólo contabiliza como
desertores a quienes han sido formalmente condenados y ni siquiera
distingue entre quienes han abandonado el Ejército por su cuenta y
quienes se han ausentado sin permiso de sus oficiales. Según las
cifras facilitadas la semana pasada por el Ministerio de Defensa,
el número de "ausentes sin permiso" se ha mantenido estable en los
últimos años: 2.670 en el año 2001, 2.970 en 2002, 2.825 en 2003,
3.050 en 2004 y 2.725 en 2005.
Sin embargo, la BBC estima que aunque la
mayoría de esas ausencias no son propiamente deserciones, más de
1.000 soldados han desertado formalmente desde que empezó la
guerra, aunque es difícil saber cuántos lo han hecho a causa de la
invasión de Irak y cuántos por razones personales o problemas
familiares. Según la corporación pública británica, el Ejército ha
perdido el rastro de cientos de soldados: hasta 377 desaparecieron
en 2005 y son ya 189 los que han desaparecido en lo que va de año.
Desmoralización del Ejército
Los testimonios recogidos por la emisora BBC
Radio Five Live reflejan la creciente desmoralización del Ejército
británico debido a un conflicto no sólo impopular, sino que muchos
oficiales consideran ilegal. La actuación de las tropas de Estados
Unidos, que a juicio de algunos oficiales británicos tratan a
menudo con desprecio a la población iraquí, está en la base de
buena parte del descontento de la milicia del Reino Unido.
Pese al empeño gubernamental en minimizar el
problema de las deserciones, la polémica coincide con la
tramitación en el Parlamento del proyecto de Ley de las Fuerzas
Armadas, que superó el lunes la tercera lectura en los Comunes.
Sin que apenas haya producido polémica en los medios, la nueva ley
endurecerá las penas contra los desertores al especificar que los
militares que se nieguen a participar en una "ocupación en
territorio o país extranjero" serán considerados como desertores.
Esa deserción podrá ser castigada con la pena máxima, que en el
Reino Unido significa cadena perpetua. La actual Ley del Ejército
define de manera más laxa la deserción al definirla como
"ausentarse sin volver, ausentarse para evitar servir en el
extranjero o ausentarse para evitar servir contra el enemigo".
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